Juan
Pablo, como de costumbre salió a las 11 pm de la casa de Manuela, su novia,
rumbo a su hogar, pero esa noche todo fue diferente, pasando por el puente de
las brisas el cual enmarca su ruta de regreso a casa.
En
medio del inclemente viento que abrazaba la soledad de aquella noche, sintió
como el sonido de las llantas de una moto al frenar se posó a sus espaldas, su
cuerpo se petrificó, estuvo ausente y aunque intentó moverse no pudo, sintió
unas manos que lo rodearon desde atrás, aunque aún desconcertado era claro que
algo había pasado.
Una
gruesa voz le gritó “bájese de todo, bájese de todo” con impotencia no pudo
hacer más que dejarse quitar las pocas pertenecías que llevaba, un celular Lg
vieja generación, un chap stick medicado para la resequedad en los labios y su
billetera con no más que papeles que solo le importaban a él.
Ahora
pudo moverse y aunque tarde, al menos intentó reaccionar por sus papeles,
inservibles para quienes se llevaban sus pertenencias pero de vital importancia
para él, “por favor deme al menos mis papeles”, el ladrón solo replicó que se
fuera si no quería perder más que sus papeles.
El
fuerte viento no dejó ni un segundo el espacio que recorría Juan Pablo, pero en
medio del calor que le produjo la resignación, la rabia y la tristeza no tuvo
más remedio que dar media vuelta y salir corriendo para conservar su vida.
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