Unos
mochos azules, camisa negra, tenis grandes y planos con los cordones flojos y
sin amarrar, acompañados de una gorra son las prendas que lo acompañan a las
9:30 de una cálida mañana miércoles, acelerado me saluda con un poco de
vergüenza por llegar media hora tarde, le digo que no hay problema porque yo
también llegué tarde.
Entramos
y una vitrina llena de accesorios para cualquier perforación en el cuerpo, un
espejo, una tabla de dibujo grande y un olor parecido a fabuloso son el lobby
de Opus Magnum (obra maestra) la doctrina del lugar de trabajo de Jovanny Parra
Restrepo tatuador de profesión y tatuado desde los 17 años.
Se
acomoda en la tabla de dibujo, saca lo que se podría decir que es un animal con
tres cabezas, me explica que tiene cita con cliente así que mientras hablamos
él se prepara para su llegada.
Comenzamos
a hablar y recuerda con algo de vergüenza su primer tatuaje me dice que fue una
locura de juventud, que incluso desde pequeño siempre se rayaba con lapiceros
las piernas y los brazos, asegura
incluso que eso le vino de genética, pero el tiempo paso y su forma de pensar y
ver la vida también así que decidió taparlo con otro tatuaje.
Ahora
con 26 años tiene 20 tatuajes, que se ha realizado durante los 7 años que lleva
ejerciendo la profesión de tatuador, con nostalgia recuerda que su recorrido lo inició en España en donde estudió
tatuaje artístico y conoció a su gran Maestro y mentor Mariano por quien
asegura es lo que es hoy en día.
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